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Vega Baja

Historia

Albatera

Albatera está situada en el sureste peninsular, en la comarca natural de la Vega baja del Segura, con un territorio en su mayor parte llano, aunque escalonado en forma ascendente de Sur a Norte, encontrándose en este punto con las mayores alturas la «Sierra de Albatera».

El territorio urbano tiene una altura media sobre el nivel del mar que oscila entre los 9 y los 17 metros, siendo la temperatura media anual en la zona de unos 19ºC.

Los restos de utensilios encontrados, dan testimonio de la presencia del hombre en esta tierra en épocas anteriores a nuestra Era. Pobladas por bastetanos y contestanos, fueron invadidas en el siglo III antes de Cristo por los romanos.

En el siglo V, con las invasiones bárbaras, se extienden por el Sureste peninsular los alanos, quedando incluidas bajo la dominación visigoda, en lo que al parecer fue Aurariola. Con la invasión árabe se inicia el asentamiento de la población musulmana, entrándose en el periodo de islamización y arabización.

En el siglo XIII, en plena Reconquista, queda incluida en la Corona de Castilla, y por privilegio de Alfonso X el Sabio en la jurisdicción de Orihuela en 1266.

Al ocupar en 1296 Jaime II, Rey de Aragón, el Reino de Murcia, queda Albatera en el Reino de Aragón, integrando junto con Cox y Crevillente el señorío del Arráez de Crevillente. Ese mismo año, Jaime II de Aragón concede salvoconducto a los moros de Albatera, Cox y Crevillente, para que puedan volver a sus lugares de residencia y dedicarse a sus tareas agrícolas.

Por la Sentencia arbitral de Torrellas de 1304 y el Acuerdo de Elche de 1305, se fijan los límites entre Castilla y Aragón por la línea del río Segura, cuya parte meridional queda anexionada al Reino de Aragón. Consiguientemente, Albatera queda incluida en el señorío del Arráez de Crevillente, que desaparece en 1318, resultando separadas Cox y Albatera, que fueron cedidas en 1320 a Acart de Mur, noble de dicho Reino.

A principios del siglo XIV se tienen referencias más concretas sobre la población de Albatera, constituida por musulmanes y cristianos. Se establece un convenio sobre aguas entre Roberto Guerau y María, viuda de Ferrer Guerau, vecinos de Albatera. Estos lugares o alquerías, continuaron perteneciendo a la familia Mur, aunque pocos años después pasa el lugar de Albatera a la familia Rocafull.

El topónimo de «Albatera», tiene al parecer bases pre-romanas ibéricas, aunque su origen se encuentra en el vocablo arabizado «batar».

Al proceso de romanización que renace con la Reconquista, hay que atribuir la latinización del término «al-uatira», que al evolucionar fonéticamente nos remite a la denominación actual de «Albatera». Precisamente sobre la base de este topónimo se formará el gentilicio «albaterense».

En la época que sigue al asentamiento de la población musulmana, se desarrolla el «arábigo», entendido como hispanoárabe, que irá siendo absorbido en la medida en que se va produciendo la repoblación con la Reconquista, iniciada en lo que será el Reino de Valencia por Jaime I con caballeros aragoneses, catalanes y de los territorios transpirenaicos. Esta repoblación, parece que no debió ser sensible en Albatera, aunque con el tiempo se fue aceptando el valenciano, como se refleja en los documentos. Una excepción es la inscripción de la lápida colocada por los señores de Albatera en la Casa Palacio en 1541, redactada en castellano.

Mientras, la población mudéjar siguió con su «arábigo» debilitado. En la segunda mitad del siglo XVI, de manera excepcional, permanecen algunos mudéjares que saben leer y escribir «arábigo», que, al igual que el valenciano, desaparecerá con la expulsión de los moriscos en 1609. Se inicia así la repoblación castellana, que llevará a la implantación de esta lengua y la desaparición progresiva del valenciano: en 1646, el «Consell de Albatera» ya redacta sus documentos en castellano.

La Casa de Rocafull, a la que queda vinculada Albatera, al pasar a ser titulares del señorío, trae su origen de Montpellier, capital del señorío de este nombre, en el mediodía francés.

De esta Casa, don Guillén de Rocafull, es el primero que entra en el Reino de Valencia al servicio de Jaime I, al que ayuda en la conquista de dicho reino y del de Murcia.

Le sucedió su hijo don Ramón de Rocafull y García, vinculado a Orihuela y a su señor el infante don Fernando, hermano del rey de Aragón, donde va a ocupar una situación preeminente. En 1355, según refiere María Teresa Ferrer y Mallol, dicho infante premió los servicios de don Ramón con la donación del lugar de Albatera, viniendo a ser el primer señor de ella.

Posteriormente, en 1463, se hace merced real a uno de sus sucesores de la jurisdicción criminal y su pleno ejercicio, tanto a cristianos como a sarracenos, dentro del territorio de Albatera, privilegio que representaba un respaldo en la autonomía del lugar defendida por los Rocafull.

Con motivo de las Germanías, en 1521, se refugian en Albatera, muchos de los que huyen de los agermanados, siendo acogidos por su señor don Ramón de Rocafull y Cardona, cuyo recinto amurallado fue asediado por los agermanados.

En el interior de dicho recinto se edifica la Casa Palacio, terminada en 1541, con portada a Poniente labrada en sillería, obra extraordinaria del Renacimiento, con ventanales góticos, y dividida en dos cuerpos, separados por una cornisa.

Durante años fue morada de los señores de Albatera, posteriormente morada temporal del primer Conde de Albatera don Gaspar de Rocafull, cuyo título le fue concedido en 1628.

En torno al recinto se fueron construyendo las viviendas de los moradores, formando las calles.

Disponía de planta baja y alta, con amplias dependencias, artesonados y mosaicos, armería y bustos y retratos de familia.

Constituye un edificio de singular importancia y mérito artístico la Iglesia Parroquial, dedicada al Apóstol Santiago. Con planta de cruz latina, tiene una superficie de unos 1.252 m2, orientados hacia Poniente. En 1729 se colocan las campanas, que mandó hacer el Conde de Albatera don Guillén-Manuel de Rocafull y Rocaberti, impulsor de la obra de la iglesia. Esta la había iniciado su abuelo, don Gaspar de Rocafull. Ese mismo año se efectúa la revisión de la obra que tan extraordinariamente había sido terminada por el artífice Miguel Francia.

En 1741, en la Relación que hace el obispo de Orihuela, para la visita ad limina ante el Papa, al referirse a Albatera dice que en poco tiempo había sido terminada la suntuosa fachada de la puerta de la iglesia. Como pueblo de señorío tuvo la organización propia de los mismos, estando representado el señor territorial por el gobernador de la villa, existiendo para el gobierno de la misma justicia y jurados, así como el Consejo General, propios del Reino de Valencia.

Con posterioridad a los Decretos de Nueva Planta se constituyó el Ayuntamiento.

Incluida antiguamente en la Gobernación de Orihuela, al efectuarse la división provincial de 1833, quedó incluida en la provincia de Alicante, y en la actual demarcación judicial, en el partido judicial de Orihuela.

La economía vino representada desde antiguo por la agricultura, con el cultivo de tierras de regadío con aguas del Segura, y el secano, posteriormente con aguas, principalmente, de las elevaciones de Riegos de Levante, de las alumbradas por los «suizos», con derechos a favor del municipio, y del Trasvase Tajo-Segura.

El comercio antiguo estuvo representado por la compraventa de ganado porcino, que hasta hace pocos años fue la fuente fundamental de ingresos.

En la actualidad está muy desarrollada la industria y el comercio.

La población está situada junto a la nacional 340, aquí denominada Carretera de Murcia-Alicante, con buenos accesos a la autovía, contando con comunicaciones con los pueblos limítrofes, y con su zona rural con una red de caminos notablemente mejorados en los últimos años.

En la plaza, además de la Iglesia Parroquial, está el edificio de la Casa Ayuntamiento, construido en 1975 y recientemente reformado con la adaptación a las nuevas necesidades administrativas, así como el edificio denominado "Casino", con su tradicional marquesina.
En la calle Ancha está el edificio destinado a Santuario de la Patrona, la Virgen del Rosario o de la Aurora, de cuya festividad en el primer domingo de octubre se encarga la Cofradía o Hermandad de Nuestra Señora de la Aurora, con antecedentes desde 1651, y que sigue la tradición de los cantares de auroros con "la despierta".

Las Fiestas Patronales, dedicadas a Santiago Apóstol, se celebran en su festividad del 25 de julio.

Albatera cuenta con una buena tradición cultural: la música. De ella nacen las dos bandas, la coral y los coros parroquiales.

La construcción en los últimos años de la Casa de la Cultura en el Parque de la Huerta, y de la Casa de la Música en las instalaciones deportivas, representan la inquietud por estos valores, haciendo honor con ellas el pueblo al esfuerzo realizado.



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